Los perros necesitan
que se ocupen de ellos y a menudo buscan nuestro afecto. Sin embargo, los
perros inteligentes o exigentes aprenden muy rápido la forma cómo pueden llamar
nuestra atención y a veces tienen tendencia a volverse pesados, incluso acaparadores.
Muchos perros
aprenden cómo focalizar la atención en ellos. Para hacerlo, ladran de forma
intempestiva, saltan y rascan con la pata, muerden su correa, esconden una
serie de objetos, y manifiestan también comportamientos estereotipados como dar
vueltas en círculo para atraparse la cola o hacer ostentación de una actitud
agresiva.
El comportamiento del
perro pasa por un “des aprendizaje”.
Es útil que sepas en
qué medida puedes estar recompensando la necesidad de atención excesiva de tu
perro, incluso si ignoras que lo estés haciendo. Tomemos el ejemplo de un perro
que, sistemáticamente, se pone a ladrar cuando tú estás al teléfono. En
general, no harás caso de esta molesta costumbre, salvo en casos muy raros en
el que le dirás que se calle. En realidad, el perro interpretará esta orden
como una recompensa que le incitará a seguir ladrando, contrariamente a lo que
se le ha pedido ¿Por qué? a) Al ladrar, el perro ha conseguido provocar una
reacción en ti, al interrumpir tu conversación telefónica y b) cuando el perro
se mantiene en silencio, esta actitud no provoca ninguna reacción en sí misma y
no le reporta una recompensa. Conociendo estos principios básicos, te será más
fácil corregir el comportamiento del perro.
Educación elemental
En general, los
perros aprenden a respetar y a poner en práctica las consignas de obediencia
elementales y en particular las órdenes del tipo “siéntate”, “échate”, “no
toques” y “levanta”. ¡Sigue practicando este tipo de ejercicio! Y procura
seguir cierta lógica. De esta forma, podrás decir “siéntate” a tu perro antes
de darle lo que desea, tanto si se trata de una caricia, comida, o para jugar,
pero también para enseñarle a controlar sus emociones en presencia de otras
personas.
El control con la correa
Los perros que
tienden a echarse encima de la gente, saltar o escaparse lejos, deben
mantenerse atados cada vez que sus comportamientos puedan acarrear problemas.
Es mejor anticiparse para evitar este tipo de efusión que tener que recurrir a
la correa cuando el mal ya está hecho. Por ejemplo, si tu perro tiene tendencia
a ser demasiado expresivo con tus invitados, mantenlo con la correa puesta
antes de abrir la puerta. Así podrás controlar y corregir, si es necesario, su
comportamiento.
Estimular a tu perro
Los perros que buscan
llamar la atención con demasiada insistencia, a veces necesitan un estímulo
físico o mental. Ocúpate de tu perro durante algunos minutos pero de forma
repetida durante todo el día, y procura que se familiarice con las señales que,
por tu actitud, le indicarán que no puedes ocuparte más de él (por ejemplo,
dándole la espalda, evitando cruzarte con su mirada, no hablándole o no
acariciándole, etc.). En todos los casos serás tú quien decide en qué momento
deseas entrar en contacto con el perro y también quien decide cuándo debe
finalizar este contacto.
¡La recompensa!
Los perros aprenden
muy rápido a comportarse de forma adecuada si sus comportamientos “correctos”
tienen una recompensa o si, por el contrario, sus comportamientos “incorrectos”
quedan sin respuesta.
Si de todas formas el problema persiste, pide consejo a tu veterinario o a un especialista en comportamiento, sobre todo si tu perro se vuelve agresivo. Paciencia, comprensión y coherencia serán de ayuda para enseñarle unas buenas maneras y contribuirán a hacerlo menos dependiente de ti.
Si de todas formas el problema persiste, pide consejo a tu veterinario o a un especialista en comportamiento, sobre todo si tu perro se vuelve agresivo. Paciencia, comprensión y coherencia serán de ayuda para enseñarle unas buenas maneras y contribuirán a hacerlo menos dependiente de ti.
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