¿Los perros
tienen emociones? ¡Por supuesto! Y normalmente los propietarios de perros
consiguen identificar el estado de ánimo de su compañero según el lenguaje
corporal y las expresiones del rostro, los ruidos que hacen e incluso según la
forma como se desplazan. Instintivamente sabemos si nuestro perro está
excitado, contento, triste, frustrado o ansioso.
Sin embargo,
este tema ha provocado apasionados debates entre los etólogos, principalmente
porque es muy difícil cuantificar o medir las emociones. Aunque es evidente que
tu perro tiene una vida emocional rica, los científicos no consiguen determinar
exactamente en qué medida los perros son felices o asustadizos; por eso algunos
de ellos han decidido ignorar las emociones y el papel que juegan en la forma
cómo un perro aprende a comportarse o a expresarse.
¿Qué entendemos por emociones?
Las
emociones son las sensaciones que impulsan a los perros a reaccionar a un
suceso o a una situación y es también la manera cómo se sienten ellos después
de haber reaccionado de esta forma. Por ejemplo, la emoción negativa de temor
puede llevar a los perros a defenderse, mientras que los sentimientos positivos
de contacto y de tocar pueden ayudarles a formar y a mantener relaciones con
otros miembros de un grupo. Las emociones pueden dividirse en emociones
positivas o negativas y pueden tener intensidades crecientes o decrecientes.
Por ejemplo, a medida que aumenta la alegría del animal, el placer se
transforma en júbilo y en exaltación, mientras que la frustración puede
convertirse en miedo y rabia y la aprensión en temor y en terror. Los animales
con problemas de comportamiento a menudo tienden hacia los extremos en el
momento de expresar su comportamiento problemático.
Investigaciones
recientes han demostrado que todos los mamíferos, e incluye a los perros,
poseen siete sistemas emocionales básicos que les permiten reaccionar a las
informaciones transmitidas al cerebro por medio de los sentidos. Estos siete
sistemas incluyen un sistema de búsqueda para detectar la comida, un sistema de
miedos para responder a los acontecimientos no familiares susceptibles de ser
peligrosos, un sistema de juego y un sistema de cuidados para criar la prole y
formar los vínculos sociales esenciales.
En el
cerebro humano hay unas áreas que pueden procesar esta función emocional en
emociones más elaboradas tales como el amor, la vergüenza, el desprecio, la
inquietud, etc. Aunque no asociamos estas “emociones superiores” a los perros,
no significa que ellos no puedan sentir emociones fundamentales como la
alegría, la tristeza, la cólera y el miedo, al igual que lo hacemos nosotros.
Los etólogos
modernos se dan cuenta de que las emociones son determinantes para comprender a
los animales, aunque no sea posible medir estas emociones de forma precisa. Se
basan en las emociones para tratar los problemas de comportamiento de los
animales de compañía.
Problemas emocionales
Reconocer
que los perros tienen emociones permite hacer avances en otros terrenos, en concreto,
en el tratamiento de problemas de comportamiento: agresividad, limpieza
excesiva y nerviosismo. En general, una evaluación se realiza en tres etapas:
·
Una
evaluación emocional del perro en el momento de la detección del problema.
·
Una
evaluación del estado anímico del perro, de su humor y de su comportamiento
general.
·
Una
evaluación profunda que permita determinar con precisión los factores, internos
o externos, que contribuyen a la persistencia del comportamiento problemático,
a pesar de las numerosas tentativas para erradicarlo.
Más que
observar simplemente sus comportamientos, los etólogos toman en cuenta las
emociones experimentadas por los perros para intentar aportar una solución más
eficaz a sus problemas.
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